
En todo caso, el conjuro
dice:
-Ana, tu madre me
manda.
-María, tu madre me
envía.
-Inés, salid las tres.
Las leyendas sobre moras que guardan tesoros en las fuentes están extendidas por todo el territorio ibérico, aunque se encuentran mejor estudiadas y localizadas en el norte peninsular. Así se tiene constancia de su existencia, formando parte de la tradición oral en León, Galicia y zonas limítrofes. Hay que añadir que su localización se ubica generalmente en lugares muy anteriores a la conquista de España por los
árabes. Pero la asimilación de “los moros” con paganos anteriores y más remotos
resulta muy frecuente en las leyendas que se cuentan sobre tales lugares, en los que
sí suelen haberse encontrado restos arqueológicos romanos o prerromanos. En el sur del territorio aunque se conocen y se cuentan cientos de historias, no tienen el mismo carácter exótico que en el norte, por lo que aquí nos solemos vanagloriar de nuestro pasado romano, cartaginés, fenicio, argárico, o íbero. No obstante se han mantenido algunas tradiciones populares. Son propias del levante español, las fiestas que representan disputas fronterizas y asedios entre moros y cristianos. En nuestra Región se pueden desatacar las de Caravaca, Abanilla, Cieza, Lorca o Jumilla.
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En tiempos de las Cruzadas,
vivía en las cercanías Bullas, un rico moro, tan famoso Por sus riquezas como
por la belleza de su única hija a quien, a pesar de los muchos jóvenes que la pretendían
en matrimonio, no mostraba ningún deseo de casarse.
Sucedió que una tarde,
durante un paseo por las orillas, del río Mula cerca del paraje conocido hoy
como salto del Usero, se encontró con un joven casadero cristiano que abrevaba a
su caballo. De ese encuentro, nació un amor tan Intenso, que enseguida, movidos
por el ímpetu desenfrenado de su juventud, y el deseo de estar juntos, decidieron contraer matrimonio. Los jovenes fueron a pedir permiso al padre de ella, que
se negó rotundamente a la boda y ordenó que el joven fuera expulsado de su casa
y encerró bajo siete llaves a su hija. Desesperado, el joven le hizo llegar un
mensaje de despedida a su amada y embarcó hacia Tierra Santa a luchar contra el
infiel. La joven mora, esperó en vano meses y meses el regreso del caballero.
Jamás volvió a tener noticias suyas y tampoco jamás quiso casarse con ninguno
de los pretendientes que su familia le propuso. Su padre amenazaba, su madre
rogaba, pero nada podía convencerla de que tomara esposo.
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Al cabo de unos meses
las sirvientes que llevaban la triste comida la encontraron muerta. Cada año en
la fecha de partida de su caballero, el espíritu de la joven mora aparece en lo
alto de algún otero con la vista fija y perdida en el horizonte esperando ver
el regreso de su amado.
Dese hace unos años durante la noche de San Juan, el paraje del Salto del Usero en Bullas conmemora de manera festiva esta leyenda.
Dese hace unos años durante la noche de San Juan, el paraje del Salto del Usero en Bullas conmemora de manera festiva esta leyenda.
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